Estilo Arquitectónico: ECLECTICISMO - ACADEMICISMO (1900-1930)
El edificio donde se emplaza, con más de 80 años de antigüedad, fue donado por el Banco de la Nación Argentina en la década del ochenta, al ser construida la nueva sede de la entidad bancaria en la ciudad. Es popularmente conocido como “La Catedral” o “La Capilla”, por su semejanza con las iglesias católicas tradicionales.
Por Prof. Arq. Ebe Bragagnolo
En la esquina noroeste de San Martín y Córdoba, donde antes funcionara el viejo Banco Nacional, en 1911 se erigió el legendario edificio del Banco de la Nación Argentina. Su diseño mantenía las pautas características del período: ingreso por la ochava a un gran hall público en doble altura, con un patio posterior de servicios en galería. La escalera interior conducía a la vivienda del gerente, en la planta alta[1], esa arquitectura poseía una mayor envergadura que la del edificio anterior por su escala y monumentalidad, destacándose la riqueza ornamental y el color.
Apenas 20 años más tarde, el desarrollo de la región motivó la decisión de su ampliación. Se consideraron iniciativas de compra o expropiación de los lotes linderos por la calle San Martín, en principio, para someterlos a una refacción provisoria, evitando que un proyecto enteramente nuevo afeara la imagen de la esquina, entrando en competencia con su valor monumental.
En marzo de 1921 se firmó el boleto de la compra del solar de San Martín 750 y en mayo los de la misma calle con la numeración 760 y 770[2] . Problemas de tipo legal llevaron a que el 17 de mayo de 1923, el diario La Capital anunciara que la Comisión de Asuntos Constitucionales de la Cámara de Diputados de la Nación emitiera un despacho en donde se menciona “que el proyecto se encontraba terminado”. Posteriormente, se explicaría que los trabajos se iniciarían con la llegada de técnicos de la Dirección General de Arquitectura que atendería los problemas pertinentes. Quedan allí plasmadas con nitidez las primeras intenciones proyectuales.
“la ampliación comprenderá el edificio en que funcionan la Caja de Ahorros del Banco y el inmediato cine Moderno, por detrás de los cuales se hará un gran salón con una rotonda artística para comunicarse cómodamente con la parte del establecimiento que da a San Martín y Córdoba”[3]
Difícilmente pueda entonces hablarse de plantas basilicales o catedralicias, sino de toma de decisiones muy pragmáticas: los tres solares nuevos se encuentran ya funcionando en planta baja en tareas bancarias.
En 1926 se publica por primera vez la futura fachada, tanto como detalles del proyecto, abiertamente más imponente que el edificio original de la esquina que la justifica[4].
Al poco tiempo, el Sub Gerente del Banco de la Nación Argentina envía al señor Antonio Micheletti la invitación para concurrir con una propuesta a una licitación privada para la ampliación de la Sucursal Rosario. El 13 de agosto de 1926 se reitera la invitación – ahora a los hermanos Tito y José Micheletti – indicándoles que la apertura de sobres será efectuada el 17 de setiembre de ese año[5].
La ejecución, finalmente es otorgada a una de las empresas de mayor envergadura de la ciudad. Ambos hermanos arquitectos pertenecían a la segunda generación de profesionales, típica del desarrollo en ciertas empresas constructoras. En este caso, Antonio Micheletti, el padre fundador, nacido en Martellago (Italia) era Ingeniero Civil y sus tareas aparecen más relacionadas a otro tipo de temas como puentes o trazado de pueblos y colonias, sin por ello dejar de participar en innumerables construcciones vinculadas a la comunidad italiana y a las órdenes eclesiásticas. Su hijo Luciano, el primogénito, Ingeniero, se destacó más como el encargado de las relaciones profesionales, habiendo sido presidente del Centro de Ingenieros en 1925 y un docente reconocido de la Facultad de Ingeniería, donde llegó a desempeñarse como Decano. Tito, graduado en 1917, se asoció a José hasta la muerte de éste, su producción inconmensurable.
En la década del ´20, el proceso de construcción implicaba una enormidad de problemas, característicos de muchas obras públicas. La licitación comprendía 7 planillas, 48 planos generales y 28 de detalles; más allá de los 14 meses de plazo, las multas por retardo eran considerables. En la práctica, el trabajo implicaba complejidades tales como articular la llegada de los materiales – importados o no – por barco, conducidos desde el puerto por vagonetas en las horas en que el tranvía no funcionaba; o coordinar una buena cantidad de subcontratistas en cada rubro, vinculados a la empresa con anterioridad que deberían compulsar entre ellos, así como con otros que se ofrecían por haber actuado antes en numerosos bancos de otras localidades. En este caso, los mayores inconvenientes surgieron puesto que la obra suponía la importación de los mármoles desde Carrara, pero se les reclamó un tipo de mármoles bávaros de mayor resistencia estructural[6].
Durante la construcción, incluso, aparecieron materiales nuevos y más eficientes, no contemplados en la licitación. También hubo modificaciones tales como la resolución de la escalera del fondo que fueron bienvenidas oficialmente.
Asimismo, en junio de 1929, la Secretaría del Banco en Rosario informó a la empresa que ha resuelto aceptar su presupuesto para la ejecución de tareas aparentemente colaterales; tales como, la adecuación de los locales para la vivienda del mayordomo y los detalles de modificación para la comunicación con el Banco de la esquina. En febrero de 1930 la empresa solicita al Sub Gerente la inspección final de obra[7].
Desde noviembre de 1929, la Oficina de Arquitectura del Banco de la Nación Argentina se encuentra conducida por el arquitecto Raúl R. Rivera, de allí que se atribuya su autoría.
Como es frecuente en obras de este tipo, con el tiempo continuarán los cambios que aparecen por razones funcionales, tecnológicas o de desgaste de los materiales.
Demolido el viejo Banco en 1981, la ampliación -o el “anexo”- aparece claramente separada entre medianeras, y revela la opulencia y el histórico engrandecimiento de la escala con que ahora se maneja del clasicismo. Consciente de la importancia simbólica que esta edificación supone, las pilastras laterales se sostienen sobre un zócalo gigante que contiene en su centro el ingreso; sobre ese basamento, grandes ventanales modulados por el orden jónico coinciden con la doble altura de la nave central. En el remate, entre dos cornisas vigorosas se desarrollan motivos de decoración más ligeros que ocultan el depósito, culminando en un conjunto escultórico de gran valor simbólico.
En el interior, la fuerte simetría y las proporciones replican la estructura externa: un espacio longitudinal central modulado por el orden clásico se ilumina por el casetonado del cañón corrido que le sirve de cobertura. Hacia el fondo, el complejo de pupitres ocupa el centro de “la rotonda” bajo la linterna central, sobre las viejas cajas de seguridad del sótano. La iluminación que ingresa por la fachada y el casetonado se completa con la luz que se filtra por las amplias escaleras posteriores.
Cedido en parte y en comodato a la Universidad Nacional de Rosario (UNR), la antigua “ampliación” o Anexo aspira a convertirse hoy en un importante espacio cultural, que permita la realización de conferencias, jornadas, eventos musicales y exposiciones de las más contemporáneas formas del arte, renovando el corazón mismo del centro histórico de la ciudad.
(*) Agradecimiento especial al Arq. Jorge Micheletti por el material aportado.
[1] Lic. Sonia Berjman, coordinadora. “BANCO DE LA NACION ARGENTINA. Acción, presencia y testimonio en la construcción del país”. Instituto Argentino de Investigaciones en Historia de la Arquitectura y del Urbanismo. Fundación Banco de la Nación Argentina. 1983
[2] Arq. Zulema R. Alvarez: “El Banco de la Nación Argentina Sucursal Rosario (1892-1983). Revista de Historia de Rosario. Año XXI – Nº 35 – Pág. 17. Publicación anual de la Sociedad de Historia de Rosario. 1983
[3] Diario La Capital. 1925
[4] Ibidem. 1926
[5] Archivo Micheletti
[6] Ibidem
[7] Ibidem
FUENTE: http://www.ecu.unr.edu.ar/home/?p=137